domingo, 20 de julio de 2025

Domingo de ciclovía

Hoy, después de escribir mi primer post en este blog, me organicé para salir a hacer mi rutina dominical en la ciclovía de Sabaneta. Parte del ritual es llamar a mi mamá, saludarla y preguntarle cómo están las cosas por allá. Ella vive con mi papá y mi hermano menor a unos 20 minutos en carro desde mi casa. Esta vez la invité a acompañarme, pero no pudo venir. Me dijo que estaba cansada y algo trasnochada… yo le sumé a eso unas ganas de quedarse en cama, muy propias de domingo.

Después de colgar con ella, tomé las llaves y el celular. Una vez salí sin esos dos y fue un lío: mi novia también había salido y me tocó quedarme por fuera un buen rato. Desde entonces, llaves y celular son indispensables.

Tengo dos gaticas que aman salir al corredor cada vez que abro la puerta por la mañana. Hoy no fue la excepción: las dejé salir un rato antes de irme a trotar. Salí a las 7:00 a.m., saludé al portero y me fui caminando hasta el Euro de Sabaneta. Ya a esa hora hacía bastante calor, y todo indicaba que sería una ciclovía calurosa.

Al llegar al Euro, estiré piernas, cuello y brazos. Justo pasó una pareja trotando y de inmediato se convirtieron en mi primer objetivo: los iba a alcanzar. Les di ventaja mientras terminaba de estirar. Puse el cronómetro en la mano derecha, tomé las llaves en la izquierda, y comencé a trotar.

El recorrido lo hago por la Avenida Las Vegas, comenzando en el Euro. La ciclovía como tal empieza desde la estación de servicio Texaco, que está a unas cuatro cuadras del Euro. En ese tramo inicial hay que tener cuidado porque algunos vehículos aún circulan, y trotar por la acera no es cómodo: es estrecha, hay muchos peatones y algunos desniveles.

Llevaba unas pocas cuadras cuando vi a la pareja a lo lejos. Me motivé a alcanzarlos y justo lo logré al llegar a la estación Texaco. En mi mente, marqué mi primer objetivo cumplido.

Ya en la vía exclusiva de la ciclovía, hay que tener cuidado con los ciclistas que suelen ir más rápido y adelantar por la izquierda. Por eso, troto siempre un poco inclinado a la derecha. Pronto apareció mi nuevo objetivo: un señor trotando a buen ritmo más adelante. Mientras lo alcanzaba, sentí detrás de mí la respiración de alguien que se acercaba. No me gusta que me rebasen, así que aceleré… pero no fue suficiente. Me pasó un corredor con uniforme de maratón, buenos tenis y medias largas. Pensé: “Este tipo está a otro nivel”, y dejé que siguiera.

Sin embargo, logré alcanzar al señor que me había propuesto y mentalmente marqué: 2 alcanzados, 1 que me rebasó.

Seguí trotando y pasé a un grupo de chicas que conversaban mientras trotaban, pero no las conté como objetivo. Se notaba que iban más en plan de charla que de ejercicio. En el camino, vi a varias personas organizando sus puestos de venta, y recordé un proyecto que tuve con mi hermano: queríamos vender jugos ecológicos en la ciclovía. Nunca lo hicimos. Creo que nos ganó la pereza de madrugar un domingo. Era una buena idea… tal vez algún día la retomemos.

Admiro a quienes sí lo hacen. Levantarse antes de las 6:00 a.m. un domingo y activar el chip emprendedor no es poca cosa. También vi varios restaurantes ya abiertos. El olor a arepa con mantequilla y huevos revueltos me abrió el apetito y me motivó a terminar más rápido para llegar a casa a desayunar.

En el recorrido hay un semáforo peligroso, donde los vehículos cruzan y hay que estar atentos a la señal de los agentes de tránsito y de los instructores del Inder. Ese semáforo se convirtió en mi siguiente objetivo: no me gusta quedarme esperando. Cuando vi la cuenta regresiva marcando 22 segundos y yo estaba a más de una cuadra, aceleré. Crucé justo a tiempo, mientras el instructor daban la señal de pare a los que venían detrás.

En esa acelerada pasé a varias personas, incluso ciclistas, aunque no alcancé a contarlos porque mi mente estaba enfocada en la cuenta regresiva.

Desde ese punto hasta una cuadra antes de Mayorca, la vía se reduce y se comparte con vehículos, así que hay que tener aún más precaución. Mi recorrido llega hasta el primer puente del centro comercial Mayorca. Faltando unos 200 metros, vi a una chica trotando con un perrito en dirección contraria. Se convirtieron en mi nuevo objetivo. Me llevaban una ventaja de al menos 400 metros. Al llegar al puente, giré y comencé el regreso hacia el Euro, donde había empezado todo.

Me percaté que no veía mi nuevo objetivo, y eso me motivó aún más. De nuevo, sentí que alguien me alcanzaba. Intenté mantener el ritmo, pero no pude. Era el mismo chico con uniforme de maratonista que ya me había pasado antes. Supuse que él había bajado un poco más, quizá hasta la glorieta. No me gustó que me hubiera rebasado dos veces sin yo haberlo rebasado una sola. Ese tipo de cosas hieren mi ego de deportista.

Seguí y vi el semáforo, esta vez en sentido contrario. Aquí no hay cuenta regresiva, así que toca adivinar el cambio observando el flujo de los carros. Lo logré cruzar sin tener que esperar. Justo después, vi de nuevo a la chica del perrito: aceleré y los alcancé. Recuperé el honor. Ya eran varias personas las que había superado.

Más adelante vi al chico de maratonista, ahora caminando. Sentí alivio: era mi oportunidad. Lo pasé y celebré con un grito silencioso. En mi mente dije: “A los corredores pacientes hay que respetarlos”. No se me puede faltar al respeto así en una ciclovía, jaja.

Mi ánimo se elevó y terminé el recorrido a buen ritmo. El cronómetro marcó 27:05:97 al volver al Euro. He hecho este trayecto en mejores tiempos, pero debo aceptar que este no ha sido mi momento más deportivo. Estoy retomando esta práctica, y quise compartirla en este blog.

¡Hasta la próxima!

Hoy comienza la aventura

Hay algo especial en sentarse frente al computador y dejar que los recuerdos se deslicen por los dedos hasta convertirse en palabras. Hoy decidí hacerlo. Hoy, por fin, me atrevo a comenzar algo que había postergado por miedo, por pena, por procrastinación… pero que siempre ha estado ahí: el deseo de contar mis historias de viaje.

Escribir me está resultando terapéutico. Es como si reviviera cada paso, cada sonrisa, cada descubrimiento. Hoy quiero dejar plasmado aquí no solo lo que he vivido, sino lo que sueño vivir. Mi gran sueño es recorrer el mundo, vivir viajando, saboreando la vida en cada rincón, con la tranquilidad de saber que cuando llegue mi momento final, podré decir: valió la pena.

Hoy soy un empleado feliz, agradecido con Dios por lo que hago y por las personas con las que trabajo. Pero sería aún más feliz si pudiera dedicar mi tiempo por completo a explorar el mundo. Tengo muchas historias por contar —quizás más de las que imagino— pero mi reto ahora es empezar con las primeras 100. Después veremos si la vida me da unas cuantas más.

He tenido una vida bendecida. Como todos, con altibajos, pero reconozco que los "altos" han sido mucho más frecuentes. De hecho, justo ahora estoy atravesando una situación familiar que, aunque difícil, sé que se convertirá en una de las historias más emocionantes que relataré. Como asesor financiero, suelo comenzar mis conversaciones preguntando a las personas por sus sueños. Les digo que ese debe ser su norte, la dirección hacia donde deben apuntar para que el camino se haga más claro. Pero mientras les hablo de eso, una voz interna me pregunta: ¿estás haciendo tú todo lo necesario para cumplir el tuyo? Y la respuesta, aunque me incomoda, es no. Pienso más de lo que actúo. Planifico más de lo que ejecuto.

En tres meses viajaré por primera vez a Europa. Llevaré la maleta lista para llenarla de historias, de memorias, de aprendizajes. Esta será la experiencia más cercana que he tenido a luchar por mi sueño. Y me emociona. Pero también reconozco que me falta un poco más de valentía.

Aún no me atrevo a renunciar a mi trabajo, aunque ya me estoy preparando financieramente para dar ese paso. Sin embargo, ese pensamiento constante de “me falta un poco más” me asusta… porque temo que ese “poco más” se convierta en una excusa interminable, y se me pase la vida sin vivirla como realmente quiero.

Por eso este blog es importante. Porque al escribirlo, me estoy comprometiendo. Me estoy siendo sincero. Estoy dando un primer paso.

Disfruto de las buenas compañías, de una conversación honesta, de reírme con ganas y —¿por qué no?— de probar una buena cerveza en cada destino nuevo que visito.

Ahora mismo, mientras escribo esto a las 6 de la mañana, estoy contemplando una vista hermosa que me recuerda por qué vale la pena vivir. Esta es la primera historia de muchas. Hoy, oficialmente, comienza esta nueva aventura.

Bienvenidos. 🌍✈️🍻 ☀

Domingo de ciclovía

Hoy, después de escribir mi primer post en este blog, me organicé para salir a hacer mi rutina dominical en la ciclovía de Sabaneta. Parte d...